domingo, 4 de enero de 2015




SIN UNA PALABRA...

Violeta despertó sin sobresaltarse cuando timbro su teléfono móvil, era de madrugada, contesto con voz de dormida, del otro lado un entonado Francisco denotando más alegría de la que podría sentir normalmente.

-¡¡¡Hola mi amor!!! ¿me abrís la puerta?.-


Violeta rió, y cerro su teléfono, se puso su bata de satén roja, bajo los dos pisos por la escalera, no quiso llamar al elevador para que los vecinos no se enterarán que tenia visitas.

Abrió y un alegre hombre con algunas copas de más la abrazo, la beso con brusquedad, ella percibió el aliento a alcohol y se aparto.

-Francisco, estas ebrio!!! Dale vamos a dormir.-

Él la empujo por las escaleras hasta que llegaron al apartamento de ella, la abrazo e intento besarla, pero ella lo esquivo y se dirigió al dormitorio, no sin antes decirle.

-Vamos a dormir mi amor, se te pasará la borrachera.-

Francisco tambaleándose se quito toda la ropa, quedando en calzones, se metió en la cama y comenzó a desnudar a Violeta, ella no se resistió, le encantaba tener sexo con él, era fogoso, paciente, salvaje, apasionado.

Siempre que se juntaban, ella le aclaraba que nunca lo amaría, Violeta traía en su corazón a un único hombre que amó con locura y aun hoy a pesar de los años transcurridos, seguía amando. Muchas veces Violeta pensó la razón por la que estaba junto a Francisco, era tan distinto a su amor, por eso tal vez lo aceptaba cada vez que Francisco la buscaba, en ese
afán de sentir que una "mujer" le murmuraba todas sus fantasías al oído, como una gata en celo le ronronea y hace que él vuele y sienta a su "macho" realizado.

La acaricia, la aprieta a su cuerpo, besa con suavidad el cuello de ella, mordisquea sus pezones, lame su ombligo, juega y se calcina en la hoguera de Violeta, sucumbe en el placer.

Ella muerde su labio inferior y cierra los ojos, y recuerda y ese recuerdo le quema el corazón y el cuerpo y se vuelve dolor en las entrañas, por desear lo que nunca se volverá a sentir, extraña el sabor a ella en los labios de él.

Francisco se quedo dormido, y Violeta lo miro allí tirado sobre sus sabanas a su lado, sin ese beso ni ese abrazo del después, lo oyó roncar, y sin pensarlo siquiera le entro la decepción a recorrer por sus venas aún dilatadas y latiendo aceleradas. Dormito lo más que pudo, Francisco balbuceaba dormido, ella intento entender algo, pero no puso demasiado empeño.

Apago la alarma del despertador antes de que sonará, se levanto sin hacer ruido, se dio un baño ligero, puso la pava para preparar el desayuno, preparo la mesa para dos, galletitas sin sal para cuidar la linea, mermelada de arándanos, la única que a ella le gusta, sigilosa y en silencio se vistió para irse a trabajar, lo miro dormir, lo vio cruzado en su cama y se dijo.

-Esto no es lo que quiero para mí.-

Lo destapo con suavidad, beso su pecho que exudaba alcohol, acaricio sus cabellos ensortijados, delineo con su indice los labios de él, como si fuese un niño le coloco las medias y su calzón, le acerco el mate, le dio un beso en la frente y le dijo.

-Te quiero.-

Le acerco las ropas que habían quedado regadas por la sala, una vez que él estuvo vestido ella lo invito a desayunar y él se negó. Le pidió que bajara a abrirle la puerta, estaba llegando tarde a su casa y seguro debería dar muchas explicaciones a su esposa. La beso rápido a escondidas para que no lo vieran los vecinos, salio y se fue diciéndole a a Violeta.

-Chau amor.-

Violeta sonrió y respondió.

-Chau.-

Pero interiormente estaba diciendo.

-Adiós Francisco, nunca volveremos a vernos otra vez.-

Lloró mientras subía las escaleras, Federico estaba tan presente en su corazón, lo amó, lo amaba y lo amaría por siempre, ningún hombre antes y después de él, habia logrado que ella sintiera además del placer del orgasmo, la pasión por seguir pegada a su cuerpo, besándose y acariciándose mutuamente el rostro, hasta quedarse dormida en su pecho.

Violeta se maquilló, pinto su mejor sonrisa, corrió escaleras abajo, enfundada en unos pantalones negros, calzaba botas de tacón, blusa blanca, y un sacón negro. Después del trabajo tenia una cena con sus hijos, nueras, nietos y amigos, también estaría su ex marido, el motivo era celebrar los años de casados, para todos resultaba divertido, y para ella más, que siguieran reuniéndose aunque llevaba tres años separada de él.

Todos reían en la mesa, se habia separado los hombres por un lado y las mujeres por el otro.

De repente levanto la vista y se encontró con un par de ojos negros que la miraban sorprendidos, hizo un ademan para saludarlo pero él negó con la cabeza, no le sorprendía encontrarlo, Francisco era un hombre con mucha actividad social, tenia muchas amistades, era un empresario prestigioso.

Él tomo del brazo a la dama que lo acompañaba, le dio un beso en los labios, sonreía alegre, no paro de mimar a su esposa, eso era lo que suponía Violeta cuando lo vio un par de mesas de la suya.

La cena-festejo continuo para ella, como si Francisco no existiera, bah no existía en su vida, nada los unía mas allá de pasar un buen momento de sexo, y últimamente ni el sexo era tan bueno como para continuar, por eso esa mañana sin que Francisco lo imaginara Violeta le habia dicho sin pronunciar una sola palabra...

-¡¡¡Adiós!!!.-

Lucia Marty..

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